jueves, 12 de agosto de 2010

Todas las cabras canarias descienden de un mismo rebaño


DAVID SANZ | SANTA CRUZ DE LA PALMA

El prestigioso veterinario palmero Juan Francisco Capote Álvarez, investigador del Instituto Canario de Investigación Agraria (ICIA), dio a conocer en el III Congreso de Estudios Generales de La Palma los resultados de un estudio multidisciplinar, en el que han participado investigadores de las universidades Autónoma de Barcelona, Córdoba, Gerona y del ICIA donde se ha puesto de manifiesto que “todas las cabras canarias descienden de un solo rebaño”. Capote, que está considerado un referente internacional en el estudio de este animal, indicó que esta circunstancia, que tiene importantes connotaciones para analizar el origen del poblamiento del Archipiélago, es conocida como un destacado “efecto fundacional” . Los resultados se han publicado en la prestigiosa revista en el área de ciencia animal, el Journal of Dairy Research.



Capote Álvarez explicó que esta herencia que se ha detectado “es exclusivamente por vía materna y se estudia analizando el ADN mitocondrial”. “Este ADN, pasa de óvulo a óvulo porque las mitocondrias están fuera del núcleo (en el citoplasma) y esa parte sólo la aporta la madre a la siguiente generación”. Es de ese “núcleo original” del que se crean las razas actuales canarias: Majorera, Tinerfeña (con sus dos variedades, norte y sur) y Palmera. En este proceso de diferenciación intervienen tanto la adaptación a los diferentes medios insulares como la llegada de machos procedentes de la Península Ibérica, principalmente.



Pero es sobre todo todo en las cabras palmeras y tinerfeñas donde se conserva en mayor porcentaje (85%) el genotipo del núcleo fundacional. En las majoreras solo el 60%. “Esto es debido -explicó el autor- a la introducción de otras hembras caprinas con posterioridad”. “Se sabe -prosigue- que en la primera mitad del siglo XX se traían cabritas desde el norte de Europa (probablemente de Holanda e Inglaterra) en los barcos que regresaban con tomate”.



Capote explicó que, “genéticamente, de manera reciente, se ha demostrado que las cabras canarias están más cerca de las africanas que de las ibéricas y del resto de las europeas” datos de la investigación que aún no se han publicado. “En la especie porcina también hay datos que indican un posible origen africano”, agregó. Asimismo, explicó que “hace un año se publicó en Animal Genetic un artículo donde se demuestra que gran parte de las cabras americanas descienden de las canarias (aparece la variante genética que sólo estaba, hasta ese momento, en las cabras canarias)”



Por último subrayó que en una serie de estudios recientes, que todavía no se han publicado, “se comprueban dos variantes genéticas exclusivas de las cabras palmeras, una relacionada con el color y otra con la herencia paterna”, que sería indicativo, a su juicio, “de una mayor originalidad y, probablemente, de un mayor carácter ancestral”.



En el mismo congreso, Capote Álvarez presentó también los resultados de un estudio en el que participaron el Instituto de Biología Molecular de Barcelona, el ICIA y el Museo Canario , también de ADN mitocondrial, realizado sobre una pieza dentaria de una cabra encontrada en un yacimiento arqueológico de Gran Canaria y sobre la piel de una cabra disecada que se encuentra en el mismo Museo.



Dicha cabra que está en el Museo Canario fue traída de La Palma y pertenecía a la población conocida como “cabra salvaje” en ese momento y en la época aborigen como cabra “Guanil” para diferenciarlas de las cabras domésticas (“jairas”).



El resultado, según explica Juan Capote, es que “ambas muestras tienen el mismo genotipo que el del núcleo fundacional y encajan perfectamente dentro del grupo de cabras palmeras”. Un dato “especialmente importante cuando se trata de la pieza dentaria del yacimiento de Gran Canaria”. Capote subraya que “todo esto confirma de manera bastante contundente el efecto fundacional en esta especie. Los historiadores deben ahora sacar sus conclusiones”.
Museo Canario

Para esta investigación ha sido importante la colaboración del Museo Canario, en Las Palmas de Gran Canaria, que conserva disecados dos ejemplares de cabra salvaje de La Palma. Juan Francisco Capote también ha estudiado las vicisitudes que llevaron a esos animales a esta institución científica de Gran Canaria en el siglo pasado, basándose en la información documental conservada en el Museo Canario y de los datos orales recopilados por Antonio Manuel Díaz Rodríguez, autor de una importante labor de recuperación de razas ganaderas autóctonas en la isla de La Palma.



De este trabajo concluye que “nos encontramos ante dos muestras de cabra salvaje que fueron capturadas en la Caldera de Taburiente, pasando a ser propiedad de Tomás de Sotomayor y Pinto quien las donaría al Museo Canario, sociedad de la que era miembro desde mayo de 1926. Se desconoce la fecha exacta en la que tuvo lugar la entrada de los animales en el Museo, si bien es probable que fuera a finales de 1935, ya que en los comprobantes de gastos menores correspondientes al año 1935 aparece registrada por primera vez la compra de “millo para las cabras” el 30 de noviembre. A partir de aquí no se vuelve a registrar ningún gasto de similar naturaleza, por lo que cabría pensar que el periodo transcurrido entre la entrada de los animales y su sacrificio para ser disecados fue muy corto. Los animales disecados fueron finalmente expuestos en una vitrina de la entonces denominada Sala Garachico que, hasta la reforma del Museo Canario en la década de 1980, estuvo dedicada a exhibir ejemplares de zoología y entomología canaria y extranjera”.

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